miércoles, 17 de junio de 2009

5.3 La poesía.







Como la más alta expresión de individualidad, el poeta romántico exaltará en sus poemas el sentimiento, la pasión desenfrenada, el malditismo, pero también la lengua nacional o el origen de los pueblos.
Es curioso que, una vez instaurado el estado burgués, los artistas se sientan incómodos con él. De ahí el apartamiento de la sociedad, la búsqueda de refugio en el exotismo -sea espacial o temporal- y los paisajes solitarios, salvajes o fúnebres, así como las fantasías de ultratumba.
El poema Kubla Khan de Colleridge expresa como pocos el espíritu romántico. Al parecer, el poeta lo compuso hacia 1800 bajo el influjo de las drogas. Estas, con su capacidad para despertar las ensoñaciones, serán guía predilecta de numerosos artistas, e incluso algunas de ellas serán distintivas de determinados movimientos, como la absenta de los modernistas.
Otros poetas importantes son los ingleses Shelley -el marido de Mary-, Keats y Lord Byron, los alemanes Heine y Hölderlin o el italiano Leopardi.
Un generación posterior es la de los parnasianos y simbolistas franceses. Baudelaire, con su poemario Las flores del mal (1857) revoluciona la sociedad bienpensante hasta el punto de ser procesado (como lo será el novelista Flaubert por Madame Bovary).
Mallarmé, Verlaine, etc. profundizan en la veta simbolista que iniciara el propio Baudelaire con su poema Correspondencias (Estos autores ejercieron una influencia directa sobre el Modernismo hispano). La separación entre significante y significado, característica esencial del símbolo, se agudiza en los años finales del XIX y primeros del XX, dando lugar a las imágenes vanguardistas, donde las palabras, separadas de un contexto inteligible, no apelan a significados superiores sino que buscan producir sensaciones o emociones inefables en el lector. Existe, pues, un reforzamiento de la función poética, de modo que la palabra, como significante, queda exenta de su significado -salvo la connotación- y se manipula como si fuera un objeto; de ahí, los caligramas de Guillaume Apollinaire o cualquier otra manifestación experimental de distribución del texto.

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